November 19, 2008

Laaa Muerte. ¡Lotería!


Admitámoslo.La muerte no es minimalista, para hacer su trabajo ocupa todos los recursos que fluyen de su bondadosa (?) creatividad.El más simple de los mortales sabe cuando ella acaba de hacer su tarea; a estas alturas de nuestra civilizada vida creer que ella hace rondas exclusivamente en hospitales, casas de ancianos o campos de guerra es tan tonto como subestimar la perspicacia de un niño. Ella es omnipresente tanto o más que el mismo Dios del Antiguo Testamento, creáme.

Es el santo-patrón-infalible de las mentes vengativas, el Ave María de las almas rencorosas que suplican visite a tal y cual persona. La mejor aliada de los afligidos en este mundo cruel. Por momentos también odiada, la pobre Muerte tiene que tragarse las escenas de los velorios y recibir maldiciones por sus actos.

Mano derecha de líderes mundiales, es que nisiquiera recibe sueldo y menos loores por subir de rango a un simple soldado raso a General. Qué cínicos nos volvemos al decir que la jerarquía la merece por salvar vidas, cuando ocultamos la verdad y por lo mismo a la pobre Muerte, a la que casi nadie le dá crédito de ser el instrumento principal para la gloria, poder y fama que ahora lo corona. ¡Semos malos!

Si no fuera por sus bondades extremadamente incomprensibles; ahora mismo seríamos un planeta sobrepoblado, andaríamos codo a codo, cuerpo a cuerpo, en perenne comunismo . . . No pues, es inimaginable lo que vendría si ella dejara de soplar nuestras velitas de la vida, a nadie se le prendería la nubecita del recuerdo encima de la cabeza, ni suspiraría por nuestros huesos en los sepulcros, los homenajes póstumos serían la ilusión de muchos y nos perderíamos de la otra vida, las reencarnaciones (dirían por ahí) la gloria de la nueva Jerusalén (dirían por allá) los rezos previos a la beatificación (dirían por acuyá). Así las cosas la vida eterna nos resultaría extraña y quizá hasta aburrida de ser vivida.

José Saramago: en su libro Las Intermitencias de la Muerte,. Hace todo un ensayo maravilloso de lo que pasó cuando La Muerte dejó de aparecerse en un país, como la gente cruzaba la frontera para llevar a los que deseaban morirse, de las conversaciones de los Jerarcas religiosos al no poder explicar el fenómeno y ver como su negocio de 'fe' se vino en picada. Hasta que la muerte volvió a hacer lo que nadie más hace como ella: Matar. Y aquí se puso en apuros porque sólo había una persona que no moría cuando ella lo decidía, Saramago la puso en aprietos entre la espada y la pared entre hacer su trabajo o interrumpirlo de nuevo. . .

Finalmente el maestro Saramago deja una lección sobre lo único que puede parar a la muerte. Cómo siempre me quedé impresionada por la habilidad y lucidéz de su mente y la gran métafora de este libro!.

He dicho!


photo: from google