December 26, 2014

Perdóname madre por barrer solo por donde pasa la suegra.


¡Hola amiwis! con la novedad que FaceBook y Twitter no es lo mismo si lo comparo con la hoja sin límite de palabras que nos presta Blogger. Bueno; eso de prestar no es cierto, todo tiene un precio y pagamos como quién no quiere la cosa para escribir por aquí. Así es, la fama virtual y pagana también sale de nuestros bolsillos.

Con la otra novedad que decidí darme un inrinazo temporal de aquellas redes sociales, digo, temporal porque quizá un día se me chifle y regrese triunfante montada en un burrito, eh...no, mejor en un jaguar de cuatro llantas y comiendo un burrito de harina con arroces y frijoles, mientras la banda me tira palmas y flores como está escrito.
Lo que si no es novedad es que a mí me gusta mucho inspirarme y echarle una manita de gato a mi autoestima de vez en cuando, por supueto que me gustan los libros de superación personal, porque aunque estos tienen muy mala fama por no dar la fórmula para éxito sino que se andan por las ramas, pues uno siempre necesita leer, (escuchar, ver) a alguien que le diga "sí se puede".

Es como aquel regaño que usan las mamás "para chupar si tenes amigos pero si les decís que tenés hambre nadie te invita a comer". Y sí quizás tengan razón, para críticas y clubs de odio hasta invitaciones se reciben. Así que hoy vengo en disposición positiva a recomendarles y reseñar uno de mis documentales favoritos, Jiro dreams of Sushi.





Jiro es un hombre de 85 años que tiene el restaurante de sushi más caro del mundo en una estación subterránea del tren de Japón. Jiro es el testimonio viviente de alguien que tiene un sueño y lo hace realidad perfeccionandolo día tras día. Es la historia más poderosa de perfección que jamás haya visto. ¡Jamás!

He leído historias de líderes exageradamente perfeccionistas que buscaban el éxito pero coincidentemente casi todos fueron las mentes más crueles que existieron, era comos si la maldad acarriaba la perfección y el detalle para solidificar sus sueños.

Jiro comparte con las cámaras el ritual del sushi, el orden establecido de sus pensamientos y palabras mientras la música clásica del documental hace danzar las herramientas y las manos de los cocineros. La limpieza del lugar es exagerada al nivel que imagino a los microorganismos de esmoquin y zapatillas de charol. Es ahí donde cualquiera quiere probrar el sushi aunque no le guste, como es mi caso.

Jiro dice, regresaba del trabajo y por la noche mientras dormía la visión del sushi me despertaba y yo esperaba ser el mejor, y por supuesto lo es.

Yo, que no sé nada de sushi pero sí de sueños recuerdo aquella estrofa de la canción Moment of Truth que dice "deep in the night a dream is born, what that you can't ignore" y que después tambien dice... once in your life you make a choice, ready to risk it all". Y no-posí. ¡Sí se puede!

Ese llamado a cumplir los sueños es la cosa más resbalosa del mundo, de cierta forma está metido en la cabeza de uno pero por otro puede ser tan esquivo que pocas veces uno es capaz de darle forma. Vengo de un lugar donde la cultura de "así que se vaya" me formó, junto con aquella de "peor es nada" y así en ese ambiente tan mediocre qué es lo que sale al final de cuentas, pues eso, la mediocridad. Recuerdo cuando de niña mi mamá me ponía a barrer y apenas si pasaba la escoba y la basura que se resistía siempre paraba debajo de la cama o los sillones. Mi mamá salía con esa frase "vos barrés, solo por donde pasa la suegra".

Seguramente como trabajadora de Jiro no la hago, la diferente entre Guatemala y Japón es enorme, esos japoneses son rudos y logran salir adelante de las peores desgraciadas. Mi alma quintomundista aún se resiste a la disciplina para encontrar el éxito. Me agüeva pensar que desperdicio mi vida en nimiedades en una aprobación y diversión pasajera, mientras lo retos o mis espectativas son grandes. O sea, no estoy en nada.

Veo a Jiro con esa cara de juilin demandánsoe tanta perfección, sometido al estrés por cuenta propia, sin desviarse de su meta y siento que la vida no me va a alcanzar para cumplir mis sueños.

Dice Napoleón Hill que se tiene ganado la mitad del camino al éxito mientras se tiene una meta y llevarla a cabo es la otra mitad.


—¿Seré yo acaso maestro Roshi? —

Miren el documental, recomendadísimo. A mí no me gusta el sushi ni voy a ir a pagar 300 dólares por 20 piezas. Pero si algo no puedo negar es que es tremendamente inspirador.

¡He dicho!