Soldado A.—(En un susurro.) Oye.
Soldado B.—¿Qué?
Soldado A.—¿Estás muerto?
Soldado B.—Sí.
Soldado A.—Por un momento, al verte sonreir, pensé que estabas vivo.
Soldado B.—Pues estoy muerto.
Soldado A.—Yo también.
Soldado B.—Entonces, ¿cómo pudiste verme sonreir si estás muerto?
Soldado A.—¿Y tú? ¿Cómo pudiste sonreir si no estás vivo?
Soldado B.—No lo sé. A lo mejor la muerte es sólo una sonrisa.
Soldado A.—Sí, a lo mejor.
(. . . Silencio. En lontananza un anciano busca a su hijo entre los combatientes muertos y a los que caídos de bruces les gira amorosamente la cabeza . . . )
Javier Tomeo.
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