foto tomada de Google
Me he inspirado en la columna de Juan Carlos Lemus, acerca de la hermandad en los Barrios Bajos de la ciudad de Guatemala.
De niños
en mi cuadra todos éramos muy unidos. Las puertas de las casas vecinas siempre
estaban abiertas y los “amigos” entrábamos en la casa de los otros muchas veces
sin tocar o preguntar, como si todo nos pertenecía. Nuestros juegos eran de lo
más comunes, “escondite, tenta, saltar la cuerda, ir al barranco como
exploradores, subir a los árboles de los vecinos a robar guayabas y granadas,
ver las caricaturas en la tarde, jugar cincos, avioncito etc.”
Y esto
me recordó una historia de “Unidad”. Un día estábamos jugando en la banqueta
damas chinas; siempre pasaban unos mormones por ahí que nos saludaban y nos
daban dulces, ese día vieron que jugábamos con un cartón y nos dijeron que al
otro día nos iban a llevar un regalo, para nuestra sorpresa fue un juego
completo de Ajedrez. Nos enseñaron a jugar aunque muy pocos aprendimos y después
hasta les ganábamos.
Enfrente
de la cuadra había un terreno vacío que usábamos para jugar beisbol con un palo
y una pelota de plástico que se ponchaba a cada rato. Creo que los Elderes se
apenaron de vernos jugar con eso y quizá pensaron que esos pobres niños
tercermundistas “yankees wannabes” necesitaban conocer un verdadero bate de
beisbol. Ese día fue uno de los más alegres, nos llevaron un bate y tres
pelotas de beis, no cabíamos en nuestro mundo de fortuna. Todos se querían
llevar el bate ese día para la casa hasta que nos turnamos cuidarlo una noche
cada uno.
Pero
nada se comparaba con la tarde que frente al pelotón de fusilamiento había de
recordar el día que la primera bicicleta apareció como un regalo del mismo
Dios.
Ese día
mientras todos estábamos jugando apareció la Ruth con su bicicleta, era como
haber visto el mismo cometa Halley pasar frente a nosotros (así de fantástico)
¡¡Puta, tenemos bicicleta!! Más nos tardó la emoción que la Ruth en negarse a
dejarnos subir en su bicicleta. Así que aquí empezó la operación “ley del hielo”
mientras ella no accediera a dejarnos manejar la bicicleta nadie en el grupo le
iba a hablar. A los dos días terminó aceptando que vivir sin amigos (tan
incondicionales y solidarios como nosotros) era imposible.
Entonces,
empezó la peleadera de turnos y aquello de yo manejo, vos te vas atrás, vos te
vas adelante, pongamos un rampa, saltemos desde aquí y desde allá, como a la semana
“nuestra bicicleta” ya no tenía frenos los cables estaban totalmente rotos,
decidimos que íbamos a meter el pie entre la llanta delantera y poco a poco íbamos
a frenar, pero como los zapatos se estaban haciendo “pedazos” le pusimos un
pedazo de llanta que el señor del pinchazo nos cortó para que sirviera como
freno y no se gastarán las suelas de los zapatos. Éramos realmente creativos.
Quizá no
tenía un mes de uso y la bicicleta no tenía llanta delantera estaba
completamente gastada, el mismo señor del pinchazo nos regaló una llanta grande
y le pagamos Q 2.25 para que nos pusiera una nueva que estaba mucho más grande
y que la desniveló y que hasta ahora no entiendo como hizo para ponérsela. Pero
nosotros habíamos cambiado la alegría del bate y las pelotas de beisbol por una
bicicleta que nos transportaba por los charcos, por la carretera de tierra, por
la montañita de tierra que daba frente al barranco y que sólo porque la buena
suerte nos sostuvo no caímos ahí desparramados.
Al final
le apodamos “la transformers” la Ruth nos contó como llevó cincho porque su
mamá le decía que no prestara su bicicleta pero ninguna amenaza fue tan fuerte
como aquella de verse sin amigos y terminar jugando sola. La transformers no
daba para más al segundo mes solo aceptaba un pasajero (es decir aparte del que
la manejaba) y soñábamos con ajustar para comprar un BMX y jugar a las
carreritas. Pasaron los días y la
Transformers murió en el campo de batalla y tuvimos que regresar a nuestros
juegos de pelota y demás actividades sanas… de pronto como emergida de un sueño
o de una puerta tridimensional aparece la Glenda y el Lubin con su BMX
dispuesta a servirle a ese ejercito de patojos como un instrumento de diversión
mientras que la transformers era una reliquia de museo que el señor del
pinchazo compró por 5 Quetzales que gastamos en el futío cuando llegó la Feria
de la colonia.
¡He
dicho y recordado!
P.D. y
eso que no les he contado cuando llegó el circo y el accidente de la
trapecista, mejor dicho, de la chava que caminaba en la cuerda floja.
Proximamente.
4 comments:
Te faltó el resbaladero de concreto en el barranco, robar jocotes o naranjas, poner una lata/botellita plástica de jugo a la llanta trasera para que la bici sonara a moto... :D
¡Ala vos! yo como niño de depártamento del centro casi no tenía amigos, en la terraza del edificio me acabé en perfecto orden, mi triciclo y las bicicletas de distintos años de mis hermanas y hermano, en el año de gracia de 1,973 me compraron mi californiana SuperVictoria de 5 velocidades, igualmente la usaba en la terraza hasta las vacaciones de 1,976 en las cuales mis viejos accedieron a que saliera a la calle después de mil advertencias, era yuca porque usaban placa las virulas y había que cargar la tarjeta de circulación, si los chontes te agarraban sin ella te la hueveaban sin más trámite. Andando por la zona 4 me encontré a un amigo de colegio que iba un año abajo que yo, a partir de ahí se iniciaron una serie de aventuras ciclísticas que paquetecuetes, hasta ganas de postearlo me dieron, abacho y becho manita, que todo ande bien.
Latigo:
Eso no lo hicimos, jajaja hubiera estado chilero. Aunque nada nos tardaba.
Pirata:
solo te la compraban para que la vieras :/ qué mal rollo. Postealo mano, ya es hora de desempolvar los blogs. Avisame si pones sobre las bicis. Abacho y becho para vos también. Aquí todo bien y echandole ganas.
Filis!! mi apreciada y nunca olvidada amiga! ya me hacia falta pasarme por aqui y recordar los viejos tiempos. Gracias por este post tan bonito vos, en serio gracias. Espero estar más en contacto con vos y un dia de estos te pongo al dia con los rollos y me pones al día con los tuyos. Siempre te recuerdo (y a tus escritos) con mucho cariño saludos y que bueno que seguis "blogueando"
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