November 12, 2017

No digas puta, por el amor a Cristo.








A lo largo de mi vida, que ya es bastante porque oficialmente tengo 40, he recibido un tzingo de insultos. Alguna vez alguien me llamó puta, así de frente. Y en las reuniones con las amigas no faltaba el chisme y siempre estaba la que trataba a alguien como puta sólo porque no le caía bien, envidia o qué se yo.

Mi madre, que es un santa, siempre nos dio el mejor de los ejemplos, a ninguna mujer se le dice PUTA. Vamos, crecí con esa enseñanza y evito usarlo.

Aunque nos hagamos lo mensos todos sabemos lo que significa decirle puta a una mujer, y por alguna razón lo diferenciamos de prostituta. Es decir, una puta es una chava 'fácil' que se mete con quién se le da la gana y rola las nalguitas cuando ella quiere porque al final, son de ella. Una prostituta ya se sabe que es una mujer que recibe dinero por sexo, que trabaja de coger. Pero, por alguna razón la palabra puta anda de boca en boca y es la forma más denigrante de tratar a una mujer y se lo gana 'la muy puta' porque anda en minifalda o eseñando las chiches. Re-puta.

Va, hasta allí vamos bien. Sigamos diciendole puta a cualquiera que nos vemos bien bonitas y hasta alcanzamos una posición moral y de dignidad muy alta. Le agradezco a Dios, porque aquí donde me ven son creyente y medio-aleluya, que no me haya dado un derrrame porque cada vez que leo y escucho esa palabra viniendo de una chava se me alteran los nervios, me dan ganas de echar riata, me pongo como una supersayayina pues. Así, a secas.

Ya saben que me volví tuitera, y dejé de escribir en mi Chisgarabís, y allá en el tuiter la onda es bien diferente y yo ando enseñando el calzón cuando se me sube la falda o escribiendo 'tuits PUTISEXOSOS' como indirectamente me llamaron. Porque tuiter es una plataforma de crítica social bien encabronada. Un día somos defensores feministas y al otro día, qué digo al otro día, al ratito pues, se nos sale el heteropatriarcado que todos llevamos dentro. En mi caso y por lo chaparra es un pigmeo machista.

Y pos allá en el año mil novecientos muy presente tengo yo que Rosita Alvírez fue asesinada vilmente solo porque la muy puta desairó al Hipólito.  ¿Y pues de quién fue la culpa, a ver? de la Rosita, a huevo, quién la manda a ser tan digna con su propio cuerpo y bailar con quién ella quería. De plano andaba bailando bien putisexosa con el otro vato. Se rumora y se canta.

En un foro post-navideño con mis cuatas discutíamos con cerveza y cigarros en mano sobre la participación culpable de la víctima en los asesinatos, por ejemplo la Martina, se la llevó al tzingada por puta, infiel, mentirosa y otras tantas cosas. Vaya, es que la Martina hasta parece sextuitera.

Hasta aquí llevó varios párrafos escribiendo y tratando a las mujeres de putas y no me simpatiza. Tengo miles de defectos aún no me declaro feminista porque qué clavo, pero sé que lo soy y el camino está lleno de lecciones, que debo reconceptualizar mi ejercicio femenimo en una sociedad turbia. Me niego a utilizar el témino en privado o con amigas cercanas, no es parte de mi vocabulario aún así alguna chata me desagrade. Aunque sé que el reto es la sororidad cosa que estoy lejos de alcanzar, pero no digo nunca, los hábitos son escenciales así sean restarle palabras denigrantes a nuestro léxico. Se puede vivir sin llamar a otras putas y qué bien se siente.

Reafirmar que no hacemos algo es exponerse al ojo chismoso porque a mí me gusta decir "hijo de puta!", me acorta el camino y siento que en esa palabra van todas las maldiciones del mundo. (¿A verdad?). Vieron, no estoy tan lejos de lo que critiqué líneas atrás, aunque es muy diferente y espero no tener que explicar el porqué.

En pocas palabras yo sólo venía a compartir una de las miles de inseguridades que tenemos las mujeres, la intimidación que nos provoca que otra sea capaz de ser tan libre y tomarse selfies enseñando la chiches, las piernas, las nalgas, las amígdalas, el dedo mequiñe...y pos eso, don't be a macho man. So beat it!

He dicho!





November 09, 2017

Semos Migrantes.

Ser cajera de un supermercado es temerario, el cliente siempre cree tener la razón.¡Mire ésto cueta menos y usted lo está cobrando más caro!.(Tratar de convencerlo que no tiene la razón es una tarea de genios).-Déjeme le explico, usté lleva la caja para hacer pastel de chocolate y la que está en oferta es para el pastel de vainilla- ¡No, vaya a ver, allí está el papelito que tiene el precio! (Ésto significa salir de la caja acompañar al cliente y mostrarle que está equivocado y recibir un "disculpe leí mal").


En otras instancias de mi vida me hubiera enojado, pero gracias al curso de meditaciones en Youtube aún conservo la calma. Cuando trabajé en el hotel Marriot recibí uno de los mejores consejos, "el cliente no tiene la razón, pero tiene que salir satisfecho", en palabras de barrio fino es como decir, dorale la píldora y que crea que te ganó.


Como mi horario es fijo, casi siempre veo a la misma gente, la que lleva cena, la que sale de su trabajo, la que compra la comida para gatos, la que lleva el periódico o los que pasan por su caja de cervezas y ésta es otra historia.


Señor que viene con su six de chelas.

-¿Me puede dar su identificación por favor? Y se desata el demonio que todos los charas llevan dentro.
-¡Qué no me ve, tengo 52, 48, 45!
(1)No señor, por ley tengo que pedirle su identificación o me meto en un problema, nunca se sabe si hay policías encubiertos y al no seguir el protocolo de la venta de licor posiblemente ustéd será multado y nos van a quitar la licencia para vender cerveza y a dónde más va a ir a comprarla a éste precio.

(2) No señor, le pido la identificación porque usted luce muy jovencito, yo le veo cara como de 17. Le saco una sonrisa al señor y me enseña la identificación.

(3) Gracias Señor, ya vi su identificación y comprobé que usted tiene 22. No sólo le saco una sonrisa sino además me agradece.


Está el típico cliente que nunca lleva los 4 centavos de cambio y me pide su puede darme solo billetes exactos. "Okay por esta vez se la paso".

Nunca falta la señora que va prendida en el teléfono y cuando llega la hora de pagar, urga entre su enorme bolsa buscando el monedero y se tarda lo que dura El Padrino para finalmente pagar y me deja encabronados a los siguientes en la cola, a los cuales tengo que hacerles malabares con naranjas para contentarlos.

También está el niño que sus papas mandan a comprar con una lista que dice más o menos así, "Olmons Melk" "Radich" "lic" "abocato". Lo que mi suspicacia descifra como "almond milk, radish, leek y avocado". Después tengo que hacer el papel de mamá y le digo al niño, cuidado con el dinero okay, se lo enrollo en una bolsita y se va feliz.

Llega la pareja de ancianos que después de meterles sus artículos en las bolsas tengo que salir de mi 'curul' y acomodarles las bolsas dentro de sus carrito. Ya se despiden de mí por mi nombre y le agregan 'have a good night sweet heart'.

Me gusta cuando llega los de barrio afroamericano y me preguntan si todavía tenemos lo que compraron la semana que seguramente yo tengo que acordarme porque los atendí. Le pido pistas como quién no quiere la cosa para no verme tan olvidadiza. Porque o sea, cómo puedo olvidar entre milochomil clientes a la semana lo que ellos llevaron. Pues.

Está la chica que se viste espectacular y que siempre llega al pasillo orgánico y se gasta en tres bolsas fácilmente la cantidad con la que se puede pagar la deuda externa de Guatemala. Lo juro.

¿Quién más? Ahhh sí, el señor que todos los días compra dos bananos, ¡dos bananos!. Hoy tuve la curiosidad a modo de broma le dije, "está a dieta" y me dijo sonriendo: No seño, lo hago por ahorrar, mi familia en mi país necesita dinero y todo lo que gano lo envío para poder hacer mi casita y que mis hijos estudien, es lo único bueno que puedo darles, mire yo no quiero que vengan a pasar las penas que uno pasa en este país, por eso le digo que aprovechen. Mi hija se graduó de maestra y este año va a la universidad, los dos menores escogen carrera este año y el más chiquito quería una camisa como la que usa Messi", hasta sacó el celular para enseñarme las fotos de sus hijos".

Él no es el único de los miles de inmigrantes que vivimos en éste país que enviamos remesas, que tenemos familia que depende de nosotros de mayor o menor manera. De pronto quise decirle que fuera justo consigo mismo, que así como da a su familia él también tiene el derecho de inventir en comer mejor, en darse 'ciertos lujos' porque al final él es quién gana el dinero y no puede descuidarse y enfermar porque entonces sí que su familia va a sufrir. No lo hice, sólo escuché, fui la vil receptora de la catársis de este señor.

Por eso cuando leo o escucho a alguien que cree que porque no vivimos en Guatemala no tenemos derecho a opinar sobre las atrocidades del gobierno o llaman a alguien más 'extranjero' de forma despectiva, no me cabe la menor duda que el suelo sagrado del que tanto cantan sólo existe en ése hueco de ignorancia que llevan en la azotea. Para la próxima vez como dijo mi tía Evelia: SHUT THE FUCK UP! caras de mi culito.


-He dicho.