November 01, 2015

Cuando se muere una abuela.




Hace casi un año que mi abuela murió, la noticia me sacó del camino por un buen rato. Hace años hablé de ella en Chisgarabís, y también en Materialización, escribí que ella construyó su casa con sus manos, la casa más pequeña de la aldea, la casa que siempre olía a queso y tortillas recién hechas. Era una casa de adobe y piso de tierra impecable. El patio siempre parecía recién barrido, unas flores, parecidas a las florifundias adornaban el patio, enfrente de la cocina estaba un árbol de morro donde dormía una gallina.
En uno de los cuartos colgaban de unas cuerdas los quesos secos, al fondo un cuarto con una puerta de aproximadamente un metro de alto, ese era el cuarto de mi papá y su hermano, ella se los hizo y como si pensara que nunca iban a crecer les hizo la puerta a su medida. El tiempo pasó y por esa puerta todos entraban agachándose, era un cuarto tibio que ayudaba en esas noches frías de Jalapa. En fin, ese era el reino que yo visitaba en mis vacaciones.

Pasó el tiempo y mi abuela fue a vivir a la capital y siempre estuvo muy cerca de nosotros, las visitas eran un domingo en la casa de ella y otro domingo ella en la casa de nosotros. Cuando la circunstancias me trajeron a Estados Unidos, siempre mantuve comunicación con ella vía Skype, por ejemplo, cuando la veía sonriente sosteniendo el teléfono y queriendo salir de la pantalla para abrazarme.

A sus 60 años su vida había cambiado radicalmente sus hijos se encargaron de darle una vida mejor, de devolver todos esos sacrificios en amor, respeto y una vida en abundancia. Dejó de hacer quesos, cremas y requesón para vivir y pasaba sus últimos años cosiendo, haciendo cobijas con retazos de colores, almohadas para sus nietos y una que otra camisita de manta para sus bisnietos, así llegó mi abuela a sus casi 100 años y tuvo el privilegio de ver hasta la 4ta generación.

Todo parecía estar 'demasiado bien' hasta que sobrevino una caída y mi abuela se fracturó el fémur, de ahí solo le quedaron 15 días de vida, hasta que murió rodeada de sus hijos y nietos. Una muerte que mi papá describió como un suspiro.

A solo dos días de su muerte estuve pidiendo a mis amigos y familiares que por favor oráramos, que por favor enviaran buenas vibras, casi en súplicas pedía que mi abuela no muriera, no era por ella, era por mí, yo no sabía como iba a lidiar con su muerte. Y así fue.

Horas antes de morir me enviaron una foto de ella que hizo que mi corazón se quebrara en pedacitos, como cuando un vidrio recibe el impacto de una piedra, en la tarde recibo la llamada de mi madre y solo pude romper en llanto, mis días se convirtieron en tristeza y dolor. Lloraba incontrolablemente, incansablemente. Quería verla y abrazarla, quería regresar el tiempo y me recriminaba miles de cosas.
Hubo un momento en que quise salir a la calle y gritarle a todos que mi abuela habia muerto, quería parar el mundo y que todos nos detuvieramos a llorar, el egoísmo me rendía y me aislé por unos meses con mi duelo.
Un día mi amiga Denise Phè-Funchalme dijo: "encendí dos velas una para tu abuela y una para vos, la de tu abuela estaba en paz y la tuya lloraba mucho y la llama estaba inquieta, debes dejar de llorar a tu abuela, ella está en paz".

Esa palabras fueron como la voz del papa en un ferviente católico, entendí que todo lo estaba haciendo mal, mis lágrimas no iban a regresar a mi abuela. Estaba utilizando un canal equivocado. Entonces la dejé ir y con ella se me fue la tristeza egoísta y vino la calma.

Entonces en la calma mis altares para ella son simbólicos, como el barrilete de la foto, con las herramientas en las que fluyo utimamente, es decir, hilos, aguja y tela. Un bordado, como dibujo bidimensional que me permite ofrendarle a la vía más antigua que conocí y que hizo posible mi existencia: MI ABUELA.







3 comments:

Anonymous said...

Un fuerte abrazo para ti.

Cristina Mendoza

la-filistea said...

Cristina! No lo puedo creer. ¿Eres tú? Que alegría me dio ver tu comentario. Siempre te recuerdo. Mi correo sigue siendo el mismo brendamarcos609@gmail.com

Gracias por venir. Escríbeme por favor.

Anonymous said...

Sí, soy yo!!. :D. Claro, te estaré escribiendo, no lo dudes. Yo también siempre te recuerdo y paso a leer.

Otro abrazo,

Cristina Mendoza