¿Que después de esta vida tengamos que despertarnos aquí un día
al terrible estruendo de trompetas y clarines?
al terrible estruendo de trompetas y clarines?
Perdóname, Dios, pero me consuelo
pensando que el principio de nuestra resurreción
lo anunciará el simple canto de un gallo. . .
Entonces nos quedaremos todavía un momento tendidos.
La primera en levantarse será mamá. . . La oiremos
encender sigilosamente el fuego,
poner sin ruido el agua sobre la estufa
y coger suavemente del armario el molinillo de café.
Estaremos de nuevo en casa.
Vladimir Hola
(poeta checo)
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