June 08, 2013

TUITCORRIDOS -tercer cargamento-


¡Quién lo imaginarìa!

Con esta entrega y llevamos 3 entregas de Tuitcorridos de 4 kilos de letras, espacios, signos de puntuaciòn y por supuesto el peso y la pureza de la historia detràs de cada uno de los autores. Vean, que como punto principal todos tienen "intriga" punto de màs para hacerlos atractivos porque no siempre es el final que nos esperamos, eso de alguna forma acentùa el estilo de un Tuitcorrido que evita meternos en la tragedia.

¡Basta! que es hora de presentarlos y consumirlos.


"MAÑANA DE SÀBADO"
@OraBx


1. Durante mi temprana adolescencia, la casa donde vivíamos con mi familia tenía un garaje de forma alargada.

2. En él, cabían dos carros, uno detrás de otro.

3. Para sacar el carro del fondo, había que mover primero el carro de atrás; el que quedaba frente a la puerta de la calle.

4. Regularmente, los sábados usábamos el carro que menos se usaba entre semana, que era el que se estacionaba al fondo.

5. Lo que narro ocurrió un sábado, que pintaba como uno cualquiera.

6. Escuché desde mi habitación, cómo abrían la puerta del garaje, y cómo mis padres encendían los motores de los carros.

7. Oí cómo salió el primero y luego, un silencio más o menos prolongado, seguido de los gritos destemplados de la empleada doméstica.

8. Al instante en que salí de mi habitación, observé cómo mi papá corría hacia la calle, atravesando la puerta, y a mi abuela detrás.

9. No entendía lo que ocurría… todo era caótico. La empleada seguía gritando, ahora acompañada por mi abuela.

10. Por un instante, mientas yo corría hacia la calle tras mi papá, los gritos cesaron.

11. Al llegar a la puerta, vi una imagen que quedó para siempre grabada en mi memoria.

12. Mi padre estaba congelado, frente al carro en donde mi mamá se encontraba…

13. Al lado de la puerta del piloto había un hombre armado con una pistola, encañonándola directamente.

14. El miedo se reflejaba en el semblante de mi mamá. No pude observar la expresión de mi papá, porque estaba de espaldas a mí.

15. Todo ocurrió en instantes, que en mi mente parecieron horas.

16. A tiempo que apareció otro hombre acercándose por el lado del copiloto hacia el vehículo.

17. El primer hombre abrió la puerta al lado de mi madre, y tirándola del pelo, la obligó a salir.

18. Desde donde yo estaba, veía que los labios de los hombres se movían, pero no alcanzaba a oír lo que decían.

19. Se introdujeron rápidamente al carro, y sin más, salieron huyendo.

20. Vi entonces que mi padre se acercaba a mi mamá, y entonces me acerqué a ambos.

21. Mi mamá estaba muy alterada, pero aun así, nos aseguró que estaba bien.

22. Luego de tranquilizarnos todos un poco, mis padres dieron parte a la policía.

23. No teníamos muchas esperanzas de volver a ver el vehículo.

24. Para nuestra sorpresa, tres días después, la policía nos notificó que había aparecido.

25. No tenía ningún daño. Sólo la llave y la llanta de repuesto faltaban.

26. Mi abuela afirmaba que eso había sido gracias a que ella había hablado con la señora de la carnicería de la esquina.

27. Se decía que esa señora tenía un sobrino que era militar. Otros afirmaban que tenía un sobrino que era delincuente. Tal vez era el mismo

28. En fin; haya sido por la intervención del famoso sobrino o por pura buena suerte, el carrito regresó a nosotros.

29. De hecho, hasta yo lo utilicé para ir a la universidad. Fin.



"¿ONTA MI CARRO?"
@FernandoRamosB

1. Aquí una historia. No tiene narcos, ni balaceras. Llamaré don Luis al protagonista, para proteger su  identidad.

2.  Era don Luis abogado, de los que con nadie se meten, ya ni siquiera litigaba. Tenía su oficina en la zona 4 y afuera parqueaba su carro.

3. Un día, al finalizar la tarde, dejó el trabajo y quiso ir a casa, pero la mala suerte se interpuso y no encontró el carro.

4. Pasado el susto, regresó a la oficina y llamó a su hija, no existían entonces los celulares, para que llegara por él.

5. Don Luis era olvidadizo y no era raro que dejara el carro abierto y con la llave puesta, fue lo primero que le reclamo la hija.

6. Resignados fueron a la policía a poner la denuncia.

7.  Tres días pasaron y el carro no apareció. Al cuarto recibieron una llamada.

8.       — ¿Es usted don Luis? —Sí, respondió don Luis.

9.    — Lo llamamos porque tenemos su carro, estaba abierto y nos lo llevamos, pero si quiere recuperarlo tiene que pagar Q300, le dijeron.

10.   — ¿Qué?, balbuceó don Luis. —Sí señor, le dijeron, son Q300, es lo que costó hacerle el servicio. — Pero yo no pedí ningún servicio.

11.   — Tiene razón, usted no lo pidió, pero nosotros lo hicimos, fue por confusión, no teníamos que llevarnos su carro, pero pasó.

 12.   — Disculpe las molestias, aquí lo tenemos en el taller, puede venir por el carro cuando quiera.
 13.   Don Luis fue por su carro y le explicaron que se parecía al de una señora que pidió que lo recogieran, de ahí la confusión.

14.   Don Luis amenazó con demandarlos por robo y ya no le cobraron los Q300. FIN.


@EsabocaReloaded

1. Cuando mi Papá aún vivía, las fiestas de fin de año era obligatorio pasarlas en familia. Navidad en la finca, Año Nuevo en la casa.

2. Ese fin de año empecé a salir con alguien, así que me vine de la finca el 26 para pasar unos días juntos. El 31 me llevó a casa a las 6.

3. Mi Mamá sólo me vio entrar con el maletín, pero no dijo nada. Ya estaba en la casa para pasar el Año Nuevo en familia. Era lo importante.

4. A las 8 el fulano me llamó a decir que a su amigo JA que iba a Pana, se le arruinó el auto por Chimaltenango y que había que rescatarlo.


5. ¡Teníamos que ayudarlo a pasar el Año Nuevo con sus hijos! Le conté a mi Mamá del amigo tirado en San Lucas (!) y que yo volvía a las 10.

6. Salí de la casa con mi bolso de mano y nada más. En realidad el amigo estaba por Tecpán y decidimos que lo mejor era llevarlo a Pana.

7. Terminada nuestra buena obra de la noche, fuimos a buscar hotel para quedarnos. ¿Habitación disponible en Pana el 31 de diciembre?

8. Empezamos por los hoteles bonitos, pero tuvimos que bajar de categoría. Finalmente encontramos habitación en un hotel de mala muerte.

(Y cuando digo de mala muerte, me refiero a sábanas casi de plástico, almohadas apestosas de bodoques de algodón y arañas en el techo).

9. Al día siguiente tuve que comprar ropa, unas sandalias y artículos de aseo personal. La ropa que llevaba puesta era puro look capitalino.

10. Dos días más tarde, regresé a la casa. Mi Mamá apenas me dirigió la palabra por toda una semana. Fin.



@alegalvarez

1. por razones que no vienen al caso, un día paré de ayudante de tuc tuc y al responder al llamado de una señora que recién salía del mercado

2.con sus canastas y bolsas llenas, al piloto y a mi nos sucedió algo que a cualquier persona le eriza los pelos y le pone chinita la piel
3. resulta que al llegar al destino al que la señora se dirigía, que por cierto era el cementerio de la localidad, ésta olvidó una canasta de
 4. regular tamaño, como es costumbre por estos lares, previo a realizar la devolución de la canasta, decidimos shutear su contenido
5. !!poniéndose blanco como una hoja de papel y soltando un gran poder de Dios el piloto mostró el contenido de la bolsa una cabeza y una mano!
6. una cabeza de ajo de cunén, quiché y una mano de limón criollo. de la señora no volvimos a saber nunca más.

 










5 comments:

Unknown said...

Geniales estas tuithistorias. La limitación del espacio hace que se olvide el "estilo". Y queda la historia. Saludos!

PD: No me gusta mucho eso de la google account o el open id. Es engorroso.

Unknown said...

Con el comentario anterior me doy cuenta de que Google me hizo una cuenta de Google Plus sin que me interese ni haya dicho que sí. En todo caso me hubiera gustado dejar link hacia mi blog...

Igual siguen siendo geniales las tuithistorias y qué bien que fuiste la que empezaste con eso. Lei las tuyas originales desde el tuiter, cuando me asomaba más seguido. La del lic del carro equivocado es genial, bien contada. Saludos.

la-filistea said...

Gracias Jose Joaquín.
Agradezco enormemente que hayas venido a leer.
Una disculpa sobre el bendito open id, que ni yo sé como estaba ahí, trato de ser lo más abierta en para recibir comentarios en mi blog. Por eso no tengo palabra de verificación ni modero comentarios porque entiendo que Chisgarabís es público y quiero que se sientan en la libertad de comentar lo que deseen.

Ya le quité esa "charada" ya se puede comentar como Anónimo o enlazando tu blog!

Te hago la invitación, querés hacer un tuitcorrido? Me encantaría tener el anecdotario aquí :) Sería de lujo!

José Joaquín said...

Así está más mejor y puedo entrar sin que en la puerta me basculeen todo.

Aquí te va mi tuitcorrido, la otra semana lo publico en mi tuiter, o si querés lo podés publicar en el tuyo:

1. Cuando éramos pequeños con mi hermano tuvimos una chihuahua llamada Canela. Fuimos felices con ella.

2. Murió cuando todavía éramos patojos. Metimos el cadáver en una caja de cartón.

3. En la caja pusimos frases con marcador: ¡Adiós Canela! ¡Te extrañaremos!

4. Junto con mi hermano y un amigo entre risas hicimos una procesión funeral, cargando en hombros la caja.

5. Fuimos al barranco y tiramos la caja.

6. Aunque la extrañé no recuerdo haber sentido tristeza por la muerte de la Canelita.

7. Años después, ya adultos, a mi hermano le regalaron un perro, el Pichu.

8. El Pichu siempre me ladraba cada vez que yo llegaba a casa de mi hermano. Llevó un tiempo hacerlo amigo.

9. Es un alma libre, sale a la calle cuando quiere y vuelve cuando quiere. Sus ladridos son sonoros.

10. Cuando ya me había hecho su amigo y llegaba en carro y me lo encontraba en la calle le bocinaba.

11. El Pichu me reconocía y reconocía al carro. Corría a la par del carro algunas cuadras, contento.

12. Cuando estacionaba frente a la casa de mi hermano, se paraba en sus patas traseras y se asomaba por la ventanilla, con la lengua de fuera.

13. Ahora el Pichu está viejo y muy enfermo. Parece que se muere. Ya no ladra tan fuerte.

14. Cuando muera el Pichu, esta vez sí me dará tristeza. FIN.

José Joaquín said...

Al número 12 no le cabe el número, queda cabal así:

12. Cuando estacionaba frente a la casa, se paraba en sus patas traseras y se asomaba por la ventanilla, con la lengua de fuera.